miércoles, 7 de abril de 2010

La Herida


Una de las cosas que más nos hace humanos es la herida, es la expresión máxima de nuestra vulnerabilidad, la herida nos recuerda que no somos invencibles, al menos físicamente, nos recuerda que estamos aquí por un ratico y curiosamente tiene un efecto motivador que nos invita a seguir adelante.

La herida no puede pasar y ya, no es simplemente cortarse, curarse y seguir, debe dejarnos una marca que nos recuerde qué pasó en ese momento de nuestras vidas, es por eso que tiene una asistente que trabaja tiempo completo 24/7 llamada Cicatriz.

La cicatriz puede ser más dura que la herida, siempre estará allí, arrastrando el pasado, lo que fue y lo que fuimos, la herida es una abertura de nuestra armadura pero la cicatriz es la armadura reparada, rota, remendada, y con la que debemos seguir en esta batalla de vivir.

Cuando me veo al espejo veo que no tengo casi cicatrices, lo cual enorgullece a mi madre porque indica que me porte bien, que fue buen muchacho, mientras que a mi me parece aburrido, no tener marcas de bicicleta, de un juego de fútbol, o simplemente de una caída corriendo.

Por una suerte de masoquísmo inconsciente hoy -ya grandes- buscamos heridas y pareciera que quisiéramos tener cicatrices, con la diferencia que ahora son emocionales, cambiamos las caídas por parejas, los tropezónes por traiciones, y paradójicamente no nos agarramos puntos o nos ponemos curitas, con la excusa que el tiempo lo cura todo, y por tanto elegimos evadir el dolor de la herida, la lección que nos quiere dejar y la cicatriz que tarde o temprano vamos a tener.

Siempre he pensado que cuando terminamos una relación o nos terminan, nos maletean, nos dejan porque no nos merecen, o porque tiene replantearse la vida, debemos asumir nuestro dolor: hacerle caso, verlo, analizarlo, tal como hace un doctor con una herida física. Nosotros optamos por salir, distraernos, rumbear, acabar los trapos y hasta tirarnos a cualquiera disponible.

Al final del proceso de entretenimiento, el resultado es estar con la herida abierta como cuando nos lástimaron y llorando del dolor y sin opciones de cura rápida. Tenemos que ser valientes, enfrentar el dolor, asumirlo pero sin caer en publicarlo en el facebook o el twitter, pero si lo suficiente como para que al final de proceso el dolor haya pasado.

Vamos a hacerle caso a las heridas que nos dejan, la herida es importante aunque la haya dejado un infeliz, dejemos de ponernos curitas, agarremonos puntos, que nos cosan aunque duele, total existe la cirugía plástica.

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