jueves, 10 de julio de 2008

Lo Demas es Monte y Culebra...


En una oportunidad, mi mama – siempre pensando en el futuro y el bien de todos- nos propuso la posibilidad de mudarnos a otra ciudad, porque esta ya no era segura mucho menos tranquila, y como dicen los mas pesimistas, la cosa se va poner fea। Sinceramente, llevo 9 años esperando, desde que nuestro presidente esta en el poder, que se ponga fea la cosa; y OJO no quiero que se ponga fea, pero creo que nuestra vida se ha convertido en el cuento de Pedro y El Lobo, cuando menos lo pensemos la cosa se va poner fea.


Sin embargo, lo curioso no es lo fea que se puede poner la situación del país, sino el cambio de ciudad que mi mama proponía, en ese momento no podía imaginarme en otra ciudad, primero porque ninguna es como esta y segundo porque disfruto mucho estar aquí। Caracas, mi ciudad natal, es perfecta dentro de lo cabe, tiene la dosis justa de malandros o malhechores, el smog suficiente para que aun respiremos aire “puro”, los buhoneros bien distribuidos para congestionarla, y los huecos indicados para hacernos unos perfectos conductores; Caracas tiene un espíritu de fiesta cada noche, un pre despacho en cada rincón para hacer un after office con los amigos, un cumpleaños a cada rato, un concierto, una obra de teatro, una parrilla, etc.


Hace poco vino un familiar lejanísimo, de esos que no son nada tuyo pero por mala maña se convierten en primos, tíos, etc, jamás había venido a Caracas, su impresión fue que en todos lados había gran cantidad de gente, que en su ciudad no se veía eso, y es verdad, en esta ciudad no se ve lo que en otras, ni siquiera en las grandes ciudades del mundo, solo aquí salimos en short con pronostico de lluvia, comemos perros calientes y le decimos “Hermano” o “Pana” al vendedor, aquí las aceras son para las motos y las pasarelas para los mendigos, las licorerías son 24 horas y nunca escasea el hielo, el centro comercial y el cine son la salida del fin de semana, y Mc Donald´s el lugar de cumpleaños de los niños, nuestras calles son hechas para dar la vuelta en “U”; aquí el Rojo, Verde y Amarillo significan Cruzar/Avanzar, tanto para peatones como para conductores, entre otras cosas।


A pesar de ese estresante escenario, creo que no podría dejar Caracas, al menos no por mucho tiempo, cuando viajo y regreso, y veo esas montañas iluminadas, me entra fresquito de estar en casa, en mi perímetro, en mi territorio, que mas allá de sus dificultades gubernamentales y defectos de administración publica, es perfecto, y si no, que lance la primera piedra quien no disfrute de Caracas al menos una vez en su vida, quien no quiera emigrar a esta ciudad congestionada, a este megaestacionamiento, a este “bululú” de gente apurada, trasnochada y madrugadora; casi un siglo del descubrimiento del petróleo y aun tenemos éxodo campesino en busca de mejor vida, oportunidades, sueños incompletos, en fin, aun cuando no cabe un alma mas, pero Caracas es strech como los pantalones de las mujeres que la habitan।


Es verdad, Caracas ya no es de techos rojos, sino de bloques rojos, laminas de zinc y antenas Directv; cambio las plazas por un Sambil, las calles de piedra por autopistas, las casas por edificios, las misas de domingo por El Ávila o la cota mil, y como dirían los viejos – Diego de Lozada se debe estar revolcando en su tumba- pero estoy seguro que si viviera, se comería la luz roja, compraría arepas en la madrugada, se la pasara en El León tomando unas birras, fuera a una parrilla en casa de Gual y España, empeñaría si armadura en Capitolio, caminara Sabana Grande en Carnaval y compraría al menos un par de medias en El Cementerio e incluso diría… Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra.