El 1ero de diciembre comenzaron a llover, llegar o atiborrar en mi celular los mensajes de “switchados”, que son todos aquellos que se pasaron el switch y desde esa fecha sienten, aman y disfrutan la navidad desde el principio. Muchos nos pasamos el switch, le damos ON a nuestra sensibilidad, afectos, sentimientos, etc. y entonces afloramos los mejores deseos que en el año ni por error decimos, porque entonces estaría fuera de época.
No me gusta parecer Grinch tampoco Scrooge, pero tampoco me gusta parecer que la Navidad es la única que me impulsa a decir lo que siento a quienes quiero, no me gusta regalar en una sola época, ni tampoco repartir abrazos durante 30 días solamente, mucho menos durante los últimos 5 minutos del año 2009.
Diciembre es solo diciembre, y Navidad es solo una celebración socio-religiosa que inspira buena vibra, buenos deseos, compartir, etc., sin embargo nunca dejo de pensar como seriamos si no existiera la navidad, qué estaríamos haciendo, qué venderían los buhoneros, qué cantaría Betulio Medina, cuanto costaría un paquete para Margarita y sobretodo que haría Dios en esta época, que casualmente es la única en que se le recuerda día a día.
A mi me toca decorar Navidad en mi casa, pero lo que empezó como una distracción y una excusa para compartir con la familia, se ha ido convirtiendo en una obligación, una tarea, una función, etc. Me opongo a la rutina y a los rituales, a las visitas a la abuela que nunca vemos ni llamamos para saber como esta, me opongo a regalar fachadas de arcilla, gorros de navidad y guantes que dicen “Mérida”, me opongo a correr por la ciudad en busca de un regalo que demuestre mi afecto, por buscar el tostyarepa que compensa el amor de mi madre, y la licuadora que retribuye los cuidados de mi abuela.
Me opongo a muchas cosas de la época, no me gusta jugar el amigo secreto, porque termino odiando a quien me regala; no canto ni hago parrandas porque no me gustan las bufandas verde con rojo; no soy amante del ponche crema y odio un Panetton, no me gusta la torta negra, mucho menos un dulce de lechoza, me decepciona como la hallaca atenta contra la creatividad culinaria y todo lo resolvemos con harina, hoja de plátano y guiso.
Así como me opongo soy cómplice de todo y de todos, porque no tengo derecho a quitarle a la gente la sonrisa que embarga un diciembre, no puedo contra unas birras con el vecino que ni me saluda, sucumbo ante la presión social de la oficina para jugar amigo secreto, soy débil ante el dilema de viajar o recibir el año con mi familia, tengo una relación amor-odio con San Nicolás, Santa Claus, Niño Jesús, Papa Noel, Espíritu de la Navidad, y cuanto nuevo icono aparece; me cuesta no ayudar al cochinito pintado con marcador y se me salen sin permiso las palabras: Prospero, venturoso, felicidad, bendiciones, etc.
No es la navidad la época que mas disfruto, porque en realidad disfruto todo el año, tiene mas sentido, mas días, mas peso, mas vivencias, mas recuerdos, que los últimos clásicos y rutinarios días de diciembre, pero definitivamente me paso el switch y juego a la navidad, juego a regalar, a enviar mensajes y cadenas, a comprarme el estreno, a subir los kilos, a tomarme hasta la palabra… ya en enero le daré OFF, resolveré que hago con mi vida, con mis proyectos, con mis metas, total solo tengo 11 meses de seriedad y buen comportamiento.
Y tú? Te pasaste el switch?
No me gusta parecer Grinch tampoco Scrooge, pero tampoco me gusta parecer que la Navidad es la única que me impulsa a decir lo que siento a quienes quiero, no me gusta regalar en una sola época, ni tampoco repartir abrazos durante 30 días solamente, mucho menos durante los últimos 5 minutos del año 2009.
Diciembre es solo diciembre, y Navidad es solo una celebración socio-religiosa que inspira buena vibra, buenos deseos, compartir, etc., sin embargo nunca dejo de pensar como seriamos si no existiera la navidad, qué estaríamos haciendo, qué venderían los buhoneros, qué cantaría Betulio Medina, cuanto costaría un paquete para Margarita y sobretodo que haría Dios en esta época, que casualmente es la única en que se le recuerda día a día.
A mi me toca decorar Navidad en mi casa, pero lo que empezó como una distracción y una excusa para compartir con la familia, se ha ido convirtiendo en una obligación, una tarea, una función, etc. Me opongo a la rutina y a los rituales, a las visitas a la abuela que nunca vemos ni llamamos para saber como esta, me opongo a regalar fachadas de arcilla, gorros de navidad y guantes que dicen “Mérida”, me opongo a correr por la ciudad en busca de un regalo que demuestre mi afecto, por buscar el tostyarepa que compensa el amor de mi madre, y la licuadora que retribuye los cuidados de mi abuela.
Me opongo a muchas cosas de la época, no me gusta jugar el amigo secreto, porque termino odiando a quien me regala; no canto ni hago parrandas porque no me gustan las bufandas verde con rojo; no soy amante del ponche crema y odio un Panetton, no me gusta la torta negra, mucho menos un dulce de lechoza, me decepciona como la hallaca atenta contra la creatividad culinaria y todo lo resolvemos con harina, hoja de plátano y guiso.
Así como me opongo soy cómplice de todo y de todos, porque no tengo derecho a quitarle a la gente la sonrisa que embarga un diciembre, no puedo contra unas birras con el vecino que ni me saluda, sucumbo ante la presión social de la oficina para jugar amigo secreto, soy débil ante el dilema de viajar o recibir el año con mi familia, tengo una relación amor-odio con San Nicolás, Santa Claus, Niño Jesús, Papa Noel, Espíritu de la Navidad, y cuanto nuevo icono aparece; me cuesta no ayudar al cochinito pintado con marcador y se me salen sin permiso las palabras: Prospero, venturoso, felicidad, bendiciones, etc.
No es la navidad la época que mas disfruto, porque en realidad disfruto todo el año, tiene mas sentido, mas días, mas peso, mas vivencias, mas recuerdos, que los últimos clásicos y rutinarios días de diciembre, pero definitivamente me paso el switch y juego a la navidad, juego a regalar, a enviar mensajes y cadenas, a comprarme el estreno, a subir los kilos, a tomarme hasta la palabra… ya en enero le daré OFF, resolveré que hago con mi vida, con mis proyectos, con mis metas, total solo tengo 11 meses de seriedad y buen comportamiento.
Y tú? Te pasaste el switch?
2 comentarios:
Lenin, al principio no querrás decir 1° de diciembre?...
Si amiga, ya lo corregí, gracias!!
Publicar un comentario