sábado, 11 de agosto de 2012

Diario de lo que parece un Vampiro


Cuando miro atrás y veo que no soy quien era, no me parezco en nada a quien solía ser, que actuó y reacciono distinto, que opino distinto, que veo la vida con suspicacia y que sobre todo quiero cosas distintas, todo desde aquel día que me convertí.  Miro atrás y extraño muchas cosas, pero no puedo negar que me sienta mejor ahora y que siempre me pelearé entre lo que soy, lo que fui y lo que quiero ser.

Era Navidad, mis primos y yo estábamos esperando las 12am para salir a una fiesta, ya evidentemente no creía en Santa Claus y ya mi mamá tampoco le hacia la suplencia; la fiesta era en casa de unos amigos de una prima, entre ellos había un pretendiente de ella que la esperaba, nuestra compañía tenia un interés adicional de protección y seguridad para ella. Llegamos a la fiesta y había toda una celebración, música muy alta, gente bailando, tragos, birras, etc., pero había entre tanta algarabía alguien que me llamaba extremadamente la atención, paradójicamente normal y corriente pero cautivante.

Desde el principio me abordo, quiso hacer amistad, y lo logro, se convirtió en alguien de confianza y aquí entre nos en alguien intimo. Una noche, luego de una fiesta que me invitó me abordo con una carta, no era de amor ni mucho menos, pero me enamoró y me hipnotizó con sus palabras, no supe mas de mi hasta el día siguiente, cuando desperté tenia a mi lado a la persona que amaba, pero tenia un rara sensación, había algo distinto en mi, podía llamarlo en ese momento satisfacción pero iba mas allá, desperté con una forma distinta de ver las cosas y de sentir las cosas, parecía a simple vista una noche de sexo, pero sabía que había pasado algo mas.

Cuando despertó me agradeció por haberme regalado una noche tan maravillosa y por haberme entregado de esa forma, seguía sin recordar que pasaba, pero consciente de que no se refería a la entrega pendeja del amor, sino a otra cosa. Se me despertó un hambre voraz, no un hambre común de un combo de McDonald’s, no era hambre comer sino de probar, y no solo de probar sino de degustar con otras personas la sensación que viví anoche, veía a todos como un pedazo de carne, todos eran potenciales fuentes de alimentación.



Semanas después, tenía la sensación de que la gente sabía lo que me había pasado menos yo, sentía algo muy parecido a la vergüenza aunque no tenia muy claro que me avergonzaba. Mi madre constantemente decía que yo había cambiado, que no era así, y yo no entendía a que se refería, pero en el  fondo sabia que tenía razón, por eso me mandó a trabajar para hacer algo por el país y para ayudar en la casa.

Así hice, conseguí un trabajo en un restaurant de comida rápida y allí conocí quien se convertiría en mi mentor, Edgar, el había sido convertido hace años cuando tenía 15, y desde entonces ha visto y ha hecho de todo, así que dedico a enseñarme a cómo sobrevivir en un mundo donde siempre tiene hambre de gente, como controlarla, con quien satisfacerla y con quien no, con quien mezclarme y con quien no; pasaba mucho tiempo con él, incluso llegue a pensar que quería algo mas conmigo.

Edgar me presentó a otros como yo, había unos más hambrientos que yo, había unos que se comían entre sí, pero todos con algo en común, hambre. Nos divertíamos de rumba en rumba, empecé a cambiar mi forma de vestir, por una más extravagante, acorde al nuevo mundo donde me desenvolvía, mi color favorito: negro, era el color de la noche y la noche era mi mejor amiga, mi aliada y mi cobija. Mis amigos, no era realmente mis amigos, pero eran los que me aceptaban tal cual era en ese momento. Edgar tenía un mentor, Abraham, un tipo sarcástico y acido que hizo con él lo mismo que Edgar conmigo, y cuando me vio se volvió mi otro mentor, Abraham tenía muchos más años que Edgar y sabia las salidas del laberinto de esta nueva vida, nos hicimos muy buenos amigos, y hasta descubrimos que nacimos el mismo día, así que de alguna forma Abraham se reflejaba en mi.
Tenía nuevos amigos, atuendos nuevos, frecuentaba sitios distintos y de ninguna forma podía dejar que mi familia supiera de este mundo nuevo que conocí por accidente, de igual forma mi familia no les agradaría mis amigos vestidos de negro, con ropa súper de moda y con edades distintas entre sí, no entendería como un hombre como Abraham era amigo de un chico como yo y viceversa. Así que la solución más inmediata fue irme alejando de mi familia, para poder vivir la vida que me toco vivir y dejarlo a ellos con la vida que me toco dejar.

Al convertirme perdí automáticamente la posibilidad de tener una familia, la gente como yo no puede tener hijos y mucho menos una familia, era una criatura de la noche y era visto como tal, el precio de aquella fiesta que fue muy alto, y sin ánimos de parecer arrepentido no haría lo mismo si volviera a nacer.

Mi madre tenía varias teorías de lo que me sucedía, pero la incertidumbre no la dejaba vivir tranquila, era natural en una madre tratar de salvar a su hijo. Se paseó por todas las teorías, pensó que andaba en drogas, que robaba y que Edgar era un malandro, creyó que me prostituía, creyó que era secta, una religión – curiosamente había perdido la fe-, creyó que era algo sobre natural: un hombre lobo o un vampiro, porque todo coincidía con la vida de un vampiro…

Finalmente la saqué de dudas y le dije que vivía como un vampiro, tenía hambre de gente como un vampiro, que convivía con gente como yo como los vampiros, que salía de noche como los vampiros y que no tenia vergüenza y pudor como los vampiros, pero que afortunadamente no era nada de eso, porque no podría vivir eternamente siendo así… siendo gay. 

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