Así como cuando quieres ir a un lugar porque simplemente te gusta y cuando llegas es muy parecido a como esperabas, bueno así fue para mí Buenos Aires, rompí la barrera de la dependencia e hice mi primer viaje solo, al lugar que quería, que esperaba y que me esperaba. Por circunstancias ajenas terminé viajando solo y fue sencillamente maravilloso.
Llegar y ver el obelisco es la mejor bienvenida, luego despertarte y encontrarte con una ciudad apurada y atorada que no tiene tiempo de esperar que cambie el semáforo a rojo te hace sentir que estas cerca de casa también; pararte frente a la plaza de Mayo y ver que uno de los países más grandes de Latinoamérica es gobernado dentro de una Casa que es Rosada como símbolo de la unión entre dos bandos que antes se enfrentaban te invitan a la tolerancia y al respecto.
Pasearte por Puerto Madero por calles con nombres de mujeres luchadoras y reconocidas en la historia de Argentina es un homenaje fantástico a quienes mueven el mundo, y sumado a que dichas calles son las más modernas y nuevas de la ciudad contrastan con una historia escrita a partir de otra, donde el pasado importa tanto como el futuro.
Ciertamente Recoleta es el Petit Paris, sus calles limpias, tiendas de firma y edificios con arquitectura europea te insertan en un pedazo de la ciudad luz, sin dejar de recordarte que estas en Buenos Aires, para luego pasar a un mundo de arte, gastronomía, diseño y fiestas como Palermo. Finalmente el bohemio y artesanal San Telmo, cuna del Buenos Aires de ayer, donde me hospedé y donde conocí a Mafalda y donde los adoquines fueron testigos de mis resacas.
Este viaje me hizo entender que la vida es como viajar solo, donde solo tú te haces el viaje divertido o aburrido, donde eres el único responsable de lo bien que lo pases, que lo que cambia es la gente, el país y la escala pero sigue siendo un viaje de uno solo. Aprendí que tengo prejuicios y cuando estas solo tus prejuicios valen menos que los dólares que tienes en el bolsillo, que el amor no llega, uno lo busca, lo persigue, porque de lo contrario nadie te llegará.
Me voy enamorado, de la gente, de la cultura, de la vida en Buenos Aires, enamorado de mi y de mi valentía, de mi locura al hablar solo todo el día y sobretodo me voy enamorado de la vida y las cosas que puedes aprender de ella…
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