viernes, 22 de enero de 2010

La Ventana




Una de las cosas que mas disfrutaba cuando niño era ir en el lado de la ventana en el autobús, de alguna forma, dentro de mi inocencia, el viaje no era igual si no veía el camino, la gente, lo que pasaba y lo que venia. Hoy 25 años después sigo con el mismo gusto por ir en la ventana, pero ahora con más consciencia de lo que veo, extrañando ser niño como antes.



De alguna forma la ventana se ha convertido un terapeuta anónimo, porque caigo en consciencia que muchos despechos, decisiones, amarguras, alegrías y tristezas las hemos pasado frente a una ventana, paradójicamente siempre recurrimos a ella para que el mundo no note nuestras reales emociones; es la ventana quien ha presenciado nuestros lados mas blandos y hasta nuestros lados mas duros.



No se si le has pasado pero quién no ha llorado frente a una ventana para que nadie note nuestras lagrimas, quien no se ha asomado a la ventana a meditar una decisión importante, quién no se ha despedido en una viaje a través de una ventana; hay cosas que suceden y no lo notamos porque parece estúpido o de locos. Pero ciertamente tenemos alrededor cosas que hemos creado y no notamos la importancia de su existencia.



La ventana representa un elemento morboso y necesario, nos deja ver las miserias de afuera e incluso las de adentro, expone nuestros problemas personales y permite hurgar en los del vecino; satisface nuestros placeres visuales, antes de la pornografía existía la ventana. Pero también la ventana le calma la angustia a nuestras madres cuando nos esperan en las madrugadas, ayudan al insomnio, tiene un efecto nostálgico en quien se ponga sobre ella.



Tenemos ventanas con vistas terribles y otras con una panorámica increíble, nos hacemos ricos con las ventanas, los apartamentos pueden ser más caros por una ventana, nuestros sueños de superación siempre terminan en una espectacular vista en la casa de nuestros sueños; nuestra rebeldía se expresa partiendo una ventana, o escapando por una ventana.



Qué seria de Romeo y Julieta sin una ventana y su pana el balcón, cómo haría el Papa o Chávez sin una gran ventana donde saludar al pueblo; que aburrida sería la historia de la princesa en la torre sin una ventana o sencillamente que nula la vida sin un pedacito de calle para ver.



La ventana junto con la pared nos separan de un mundo peligrosamente maravilloso, ver a través de ella nos pone a soñar, incluso con vidrios ahumados, y definitivamente la vida se ve distinta dependiendo del cristal con que se mire, y con toda certeza nuestros ojos son las ventanas de esta casa llamada cuerpo y esta urbanización llamada Vida. Tenemos ventanas rotas que nos convierten en personas equivocadas, ventanas sucias que no nos dejan ver la realidad, ventanas empañadas por la humedad de quienes nos rodean, y ventanas abiertas que nos ensucian la personalidad y nuestro buen juicio.



En Navidad me tocó limpiar las ventanas de mi casa, y a pesar de la fastidiosa jornada, el resultado me hizo ver mejor lo que hay afuera, la sala se veía más bonita y el apartamento tenía otro aire y yo me sentía mejor, pero no por lo limpio, ni por la calidad de los productos Mr. Musculo, sino porque la vista era mejor, y lo peor es que siempre fue la misma. Creo que hay que limpiar las ventanas, son importantes en nuestra vida, no son solo decorativas, ni para que nos entre un airecito, no son para dejar en sereno las plantas; son para ver, bien sea lo que realmente sucede o lo que no interesa, como cuando era niño.
Yo pido la ventana!!!

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