domingo, 6 de febrero de 2011

Por Altamira me hace el favor señor! ...


Siempre he sido admirador de Caracas, trato de conocerla, disfrutarla, vivir de ella, trato de ser un buen ciudadano, cruzar en el rayado, entre otras cosas; soy de los que cree que El Silencio es bellísimo, que la Av. Libertador es un atajo perfecto y que la Cota Mil no la supera nadie cuando llegar rápido se quiere, creo que La Candelaria huele a inmigrantes españoles, que el centro es una pesadilla pero al mismo tiempo un punto de compras rápidas.

Caracas es más que el lugar donde nací, es donde se todo lo que se, es donde uno aprende técnicas de supervivencia, donde matas el hambre con una bala fría en cualquier lugar, pero de todos los lugares que tiene Caracas, tengo especial afinidad o gusto por Altamira, me parece perfecto, sueño con vivir en el edificio que sirve de copete a la Plaza Francia, y despertarme con una gran taza de café y tener de vista el Obelisco.

Altamira es siempre mi punto de encuentro para casi todo, cuando voy hacer algo siempre digo: Nos vemos en Altamira! – es mi punto de partida de cualquier plan, desde la plaza sale cualquier plan en cualquier dirección: norte, sur, este u oeste. A veces digo: Búscame en Altamira cuando me van a dar la cola para algún lado o digo: Déjame en Altamira, cuando me van a dejar en algún lugar céntrico.

Es casi imposible que estando en Altamira no hagas algo, puedes comer, rumbear, quedarte en un hotel de lujo y uno 3 estrellas, ir al gimnasio, celebrar un cumpleaños, tener una cena romántica, encontrarte con los panas, etc. Durante varios años he recibido el año nuevo en Altamira, así que cierro ciclos y comienzos otros desde ese emblemático lugar.

Hoy en día Altamira es una centro de esparcimiento, es salir un ratico a caminar, es sede conciertos, ha sido escenarios de confrontaciones políticas y permanece en la memoria de todos como emblema de la oposición, estar en Altamira es ver dibujado a quienes no se la calaban. Es refugio de quienes se sientes rechazados por la mayoría: gays, rockeros, punketos, hippies, entre otros; Altamira es mente abierta y conservadora al mismo tiempo.

Cuando alguien viene a Caracas tiene que conocer Altamira, que no es nada del otro mundo pero irónicamente no parece parte de la ciudad, es como un paréntesis o una excepción en la ciudad. En Altamira se instalaron los primeros estacionamientos de bicicletas – que nadie uso, ni entendió el uso-, las primeras luces en Navidad para decorar la ciudad, el semáforo funciona, la gente cambia cuando llega allí – la ultimas vez que eso sucedía era en el Metro-, hay gente bonita, tiene la transición perfecta entre la burguesía y la clase media.

En Altamira he visto practicas de yoga, ferias del libro, obras de teatro, conciertos, caminatas, maratones, desfiles, marchas, enfrentamientos, carnavales, entre muchas cosas. Tengo mi rutina armada para cuando viva en Altamira, despertar un sábado y subir al Ávila, desayunar en Migas, almorzar con la familia en Mamma Nostra, ir los domingos a la iglesia Don Bosco, luego bajar al Celarg a ver una obra o algún festival de cine, irme de rumba a Greenwich, quedarme un día en el Caracas Palace, sentarme en La Estancia a relajarme y luego volver a la casa de mis sueños frente a la Plaza Francia.

Mientras no viva allí seguiré soñando, hasta entonces siempre le diré al conductor del bus: Por Altamira me hace el favor señor!

No hay comentarios: