Era un día normal para un celebrar el bautizo/cumpleaños de Nicole, una bebe de un año, que no recordará ni el mas mínimo detalle de ese día, de que le pintaron la cara de mariposa, que la pisaron en el colchón inflable y que su mama le cayo a palos a un monstruo de periódico y papel crepe. Janet me asigno la misión de ser el padrino, por cierto aprovecho para anunciar que no quiero ser mas padrino de nadie, ser padrino en este país es simplemente pagar lo que papá no puede, o comprar los regalos que el papá o la mamá no quieren, mas nada; sin embargo acepte la misión, confieso que negarse a ser padrino te deja como tacaño, que no puede con un simple niño.
Parecía un día normal, aparentemente todo esta listo, todo marchaba bien, Janet como toda madre, es la encargada de todo, la autora intelectual y estratégica del evento; José su esposo, es el asistente operativo: trae hielo, compra cervezas, busca la piñata, los pasapalos, lleva a la suegra a la fiesta… ah y es el encargado de sostener el mecate al momento de partir la piñata.
Mi relación con los bautizos/cumpleaños es de amor y odio, por un lado considero que un ritual religioso de esa magnitud y con todo lo que significa no debería tener una fiesta, y por otro lado, he vivido toda mi vida viendo bautizos con cumpleaños, fui victima de un bautizo/cumpleaños e inconscientemente disfruto de un bautizo/cumpleaños, es parte de eso que llaman Ser Venezolano.
Ese sábado me levante con el compromiso en mente, debía llegar una hora antes, tal como indicaban los 386 mensajes de textos que me paso Janet en esa semana, así lo hice, llegue a la iglesia, y como siempre no había nadie, solo Cristo y yo, luego llegaron otras familias con sus hijos vestidos como en el siglo XIX, y las madres muy bien arregladas con una mano ocupada por la cámara y la otra con el celular, llamando a las payasitas para que lleguen temprano a la fiesta, y los otros colegas, que como yo no saben que demonios hacen allí, ni mucho menos que harán en el futuro con ese cargo de Padrino o Madrina. Comienza la ceremonia y ni mi ahijada ni sus padres llegan, las otras familias me ven como un coleado en la ceremonia, como si ya me estoy comiendo los pasapalos de su fiesta; comienzo mi psicoterror telefónico para confirmar cuando llegarán, Janet no me cree que la misa comenzó, aunque el Padre le haya indicado que la hora de inicio era a las 2:30pm.
Cuarenta y cinco minutos mas tarde, sigo solo en la iglesia, con gente mirándome feo, levantándome, orando, sentadome, orando, y preguntándole a Cristo: Donde demonios están los padres y mi ahijada?????. Termina la misa, las otras familias se toman fotos hasta con el monaguillo, al lado de pila bautismal, con la que recoge las monedas, etc. Finalmente llegan, corriendo, con cámara en mano, pidiendo piedad al párroco para celebrar el ritual del bautizo, el buen hombre accede a realizar el ritual como dirían en criollo: Un Mateo.
Bautizada la niña, exorcizada la niña, mojada la niña, y con medallita del Santo Niño de Atoche en el cuello, nos dirigimos al magno evento, comienza la carrera por afinar los detalles, se convocaron invitados a las 3:30pm para que llegaran a las 5pm, la empresa de perros calientes estaba en salón de fiestas, el colchón inflable no será un castillo sino una casa, el “Bienvenidos a mi fiesta” se cayó; la miniteca trae desde luces hasta humo, como si de un bar se tratara, la torta viene en camino, en fin, todo sea por la felicidad de una niña que repito, no recordará nada.
La payasita es una mujer con aspecto que en algún momento fue enviada a España como trata de blancas y ahora tiene una nueva vida, se mete en personaje, se pone a jugar con los niños e involucra a los padres y los pone a mover La Maraca, sabiendo que la fiesta es de niños. Avanza la fiesta, los niños se ganan su respectivo juego de memoria, y las niñas su juego de maquillaje, fotos van, fotos vienen, bolitas de carne van o tequeños viene, la madre pedió el secado jugando con la payasita, el padre esta en su rincón con los amigos hablando de la final del juego, las tías ayudan a repartir pasapalos y los primos a servir refresco, todo colaboramos, yo como Padrino no podía escapar de los juegos de la payasita y muchos menos de repartir galletas de soda con alguna crema hecha por la abuela.
Debo reconocer que me divertí muchísimo, me divierte el estrés por hacer las cosas bien, por mantener una “tradición”, me divierte la carrera contra el tiempo, me divierte como gastamos hasta lo que no tenemos por salir airosos socialmente de un bautizo/cumpleaños, desde comprar ropa nueva hasta tener algo innovador en la fiesta, es divertido ser, con otros 12 desconocidos, el padrino de una niña. Fui, soy y seré cómplice de este tipo de eventos, porque es algo que viene en nosotros, los bautizos/cumpleaños son terribles en La Lagunita y en Petare también, en ambos sucede casi lo mismo, lamentablemente es tarde para buscarle sentido a lo que el bautismo representa.
Me pregunto si a Simón Bolívar le paso lo mismo, si a Jesús le hicieron su fiesta en Jerusalén y le contrataron una Odalisca, porque de alguna parte tuvo que venir tanto desgaste, no solo por el bautizo, lo mismo ocurre con la primera comunión, la confirmación, y ni hablar del matrimonio, no celebramos la unción de los enfermos porque gastamos todo en funeraria, de lo contrario lo haríamos, somos bonche para todo, somos unas birras y un piñata en medio de un sacramento, y mientras eso suceda, no me queda mas que decirles Te invito a un bautizo/cumpleaños.